¿Habrá un mandamiento más difícil que el amar a nuestros enemigos? No tan solo tolerarlos o hacer algo bueno por ellos, sino amarlos. A esa gente repugnante, cruel, odiosa ¡de ninguna manera!
El primer paso para amar a nuestros enemigos, es orar por ellos (por supuesto no por su humillación o destrucción). Y cuando ores por las actitudes y comportamientos de tus enemigos, ora de igual manera por los tuyos. De esta forma, si tus oraciones no logran cambiar las actitudes y comportamientos de tus enemigos, por lo menos cambiarán los tuyos. Y cuando experimentes cuan difícil es amar a la gente que no merece ser amada, podrías valorar como nunca antes el amor de Dios.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:14-15
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