Tu vara y tu cayado me infunden aliento.
Salmo 23:4
Ese día me levanté con el pie izquierdo. Así se dice en mi pueblo
para expresar que el desánimo tocó mi vida desde el amanecer y eso
me abrió un camino de desventuras y desaciertos. Nada podía
levantar las murallas despedazadas de mi ánimo y aliento. Sentía
que todo en mi drenaba sin parar.
Con desgano tomé la Biblia y justo el Salmo 23 me confrontó la
vista y alma. Y allí, recatado, tímido y humilde estaba el verso 4
y sobretodo la última línea que parecía susurrarme con confianza.
"Tú Vara y tu callado me infundieran aliento". Y fue suficiente.
Solo meditar en este verso me llevó a experimentar energía
espiritual como si hubiese sido inyectado por un médico de gran
experiencia.
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