Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Colosenses 3:14
Dios, por pura gracia, nos ha revestido de Cristo con “vestiduras de salvación” y “manto de justicia”. Esta es la vestimenta que lleva siempre un escogido de Dios.
Estar revestido de Jesús implica estar cubierto con las virtudes de quien nos llamó para ser sus santos amados. El Señor desea que vivamos como su pueblo elegido, dando testimonio de lo que él ha hecho por y en nosotros.
Un ciudadano del Reino tiene una manera particular de vestir. No se trata de usar ropa de marca o con la firma de diseñadores exclusivos. Después de todo, nuestro Salvador, nació en un pobre pesebre, envuelto en pañales.
Debemos vestirnos de compasión así como Jesús, quien tuvo compasión por todos los pecadores sin distinción. Nuestro adorno debe ser la humildad, así como Jesús quien, aún siendo Dios, vino al mundo en un pobre establo, rodeado de animales.
Por último, las galas de un cristiano incluyen la paciencia… sí, entender que debemos esperar confiados en que Dios hará. Muchos años transcurrieron hasta que la promesa de la llegada del Mesías se materializó en Belén. El pueblo esperó confiado en que el Padre cumpliría su palabra de enviar un Salvador.
Nuestro principal atuendo, que combina con el resto de la ropa con la que Jesús nos ha vestido, es “el amor, que es el vínculo perfecto”. Por amor Jesús vino al mundo. Por amor tuvo compasión de nosotros, que estábamos perdidos. Por amor fue obediente hasta la cruz. Por amor nos tiene paciencia. Cada uno de nosotros es un testimonio vivo y real del amor perfecto del Padre.
Oración: Padre celestial, vísteme cada día con tu amor. En Jesús. Amén.
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