Cuando Daniel dijo rotundamente que no cuando su mamá le pasó las arvejas en la cena su mamá preguntó: «¿No qué?». Ella esperó que dijera: «No, gracias», pero su respuesta fue: «¡No quiero arvejas!».
Más allá de los buenos modales, que son externos, nuestro Señor nos recuerda que debemos tener un corazón agradecido. La Palabra de Dios contiene decenas de recordatorios que nos enseñan que dar gracias es de suma importancia en nuestra relación con Dios. El Salmo 118 comienza y termina con esta exhortación: «Dad gracias al Señor, porque Él es bueno». Debemos dar gracias cuando entramos en su presencia. Además, las peticiones que le hacemos deben estar rodeadas de un espíritu de gratitud (Filipenses 4:6). Esta clase de actitud nos ayudará a recordar las abundantes bendiciones que recibimos. Aun en medio de los problemas y la desesperación, la presencia de Dios y su amor nos acompañan permanentemente.
Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia. Salmo 118:1
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