Me alegro de que cada vez que atravesamos el umbral de un nuevo año ignoremos lo que nos deparará.
Me alegro de que no podamos correr el velo del tiempo y ver lo que nos aguarda.
Lo que sí sabemos es que podemos dejar atrás el pasado, con todas sus preocupaciones e inquietudes, sus penas y desazones, sus errores y tropiezos.
Eso me parece estupendo.
Todo ello queda por siempre relegado al pasado, y es inalterable.
No nos es posible deshacer un solo acto ni desdecir una sola palabra irreflexiva.
Cada año es una ocasión de volver a empezar.
Si has aceptado a Jesús como Salvador no tienes por qué cargar con culpas y remordimientos.
Todos los errores, pesares y penas del pasado año se encuentran en manos del Dios omnipotente y han quedado cubiertos por Su amor.
Isaías 61:3
A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Deuteronomio 32:13;
Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, Y comió los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la peña, Y aceite del duro pedernal;
Isaías 41:18
En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca.
Todo eso promete en Su Palabra a los Suyos.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28
Él puede hacer que todo redunde en beneficio nuestro.
Aunque muchas personas afirman creer en la misericordia y el perdón de Dios, se preocupan por las manchas que hay en las páginas de su pasado.
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25
¿Quién va a querer vivir en el pasado cuando el futuro es tan prometedor?
Filipenses 3:13-14
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Independientemente de cómo haya sido tu pasado, Jesús puede tornar tan radiante tu futuro, que desees que se eternice.
¡Y lo bueno es que será eterno!
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