Tuesday, April 12, 2016

¿VIVES CON TRANQUILIDAD O CON ESTRÉS?

El amor que Dios te tiene no puede medirse, contenerse, explicarse, comprenderse, compararse ni verse.

Acéptalo simplemente como lo que es el amor más puro y auténtico que habrás de conocer.

El amor del Señor por nosotros es un amor salvador. Nos puede salvar de cualquier cosa.

Puede salvar del Infierno, que es la salvación más obvia. Puede salvarnos cada día de todo problema con que nos topemos. Puede salvarnos de apuros. Salvarnos del orgullo en la tentación. 
Conservarnos la salud y la cordura. Salvarnos de deudas. Salvarnos de todo.

No hay nada de lo que no nos pueda salvar, incluidos nosotros mismos.

La oración es como el vuelo silencioso de las águilas. Te deslizas por el espacio. Eres libre e indomable y te has apartado; solo están tú, Dios y el Cielo. Sabes que nada es imposible porque te encuentras en la dimensión espiritual.

Reposar en el Señor es consuelo, es paz, algo que no se puede reemplazar con nada.

Es sonreír en cualquier circunstancia.

Es amar. Es ser como Jesús.

Es el toque de Jesús cuando lo has tocado a Él.

La belleza del Señor te transporta a las maravillas de Su amor.

Ningún ojo terrenal ha contemplado Su hermosura, pero es tan maravillosa como Su amor. Esa hermosura tiene poder creador; transforma todo lo feo en la belleza misma. Es lo que hace que el pecador se sienta amado, hermoso, salvo y limpio otra vez.

En el Cielo no hay tormentas, solo brisas suaves.
La brisa representa las tiernas caricias del Señor, Su naturaleza tranquilizadora y Su tierno amor.

¿Vives con tranquilidado/a con estrés?

¿El estrés del Infierno mismo y la falta de fe te zarandean con cada presión, y quemas a otros con el aliento de dragón de Satanás?

¿O vives en la tranquilidad celestial del Señor, donde hay amor y paz y puedes transmitir la tierna esencia de Su presencia?
Son dos mundos muy distintos.

¿Qué mundo transmites a los demás
con tus actos?

Encuentra el ojo del huracán, ese lugar donde reinan la paz y la tranquilidad totales.

Encuentra ese lugar con El Señor, en el cual, aunque el mundo esté al revés y sumido en la confusión, puedes tener paz en medio de la tormenta. Requiere práctica encontrar el ojo del huracán,pero si eres fiel en pasar tiempo con Él, descansar en Él, permanecer en Él, amarle, alabarle y pensar en Él siempre encontrarás ese refugio donde nada te alcanzará.

Dios no es temor; es paz.

No es preocupación; es fe.

No es estrés; es confianza.

Sé todo lo que Él es, y tendrás el espíritu
de tranquilidad que deseas en tu vida.

No te limites a orar; ¡vive y respira la oración!

Deja que fluya a través de ti de un modo tan natural y automático como el latido de tu corazón o la respiración de tus pulmones.

Solo entonces descubrirás el secreto, la energía y el pleno poder de la oración.

¿Alguna vez te has detenido a escuchar el silencio?

¿Alguna vez te has detenido con la única finalidad de callar?

El silencio es una virtud, y hace falta práctica para perfeccionar el arte del silencio y la tranquilidad. Y es muy beneficioso. Esta quietud te imparte tranquilidad mental, porque la mente también debe guardar silencio para poder disfrutar de lleno de ese estado de tranquilidad y quietud.

Las cosas no ocurren al azar o por casualidad.

Todo sucede de acuerdo con un plan maravilloso y más profundo de lo que sabes. El poder de Dios se manifiesta a través de la vida, afecta tu destino personal, y el del mundo en el que vives. No te tragues la mentira que dice que todo ocurre por casualidad, que no hay propósito ni razón de ser y no estás llegando a ninguna parte. 
El plan de Dios marcha según lo previsto y todo ocurre en el momento y lugar precisos de acuerdo a Su voluntad.

Todo tiene su razón de ser. Si vieras las bellezas que te esperan, la perfección del plan de Dios para tu vida, el esplendor de tu destino y el complejo orden de tu vida, jamás te preocuparías tanto por las batallas de esta vida ni pasarías tanto tiempo con preocupaciones y afanes.

Tu vida está en Sus manos. Tu vida le pertenece a Dios. Él no dejará que te toque nada que no vaya a ser hermoso y bueno algún día, cuando lo veas desde Su perspectiva.

No tienes motivo para temer el futuro; está seguro en Sus manos.

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