El Señor es mi jefe; nada me falta.
Cuando me rodea el caos, Él me da paz.
Él me recuerda orar antes de hablar con enojo.
Él restaura mi cordura.
Él guía mis decisiones para que lo honre en todo lo que hago.
Aun cuando tenga que enfrentarme a absurdas cantidades de correo electrónico, fallas del sistema, fotocopiadoras trancadas, abastecimientos atrasados, fechas de vencimiento imposibles de cumplir, cortes en el presupuesto, trámites burocráticos, recortes de personal, compañeros chismosos y clientes llorones, no me voy a dar por vencido, porque tú estás a mi lado.
Tu presencia, paz y poder me llevan a buen término.
Tú me levantas, aun cuando mi jefe no me ascienda.
Tú me reclamas, Aun cuando la compañía amenace con despedirme.
Tu lealtad y amor son mejores que un cheque de bonificación.
Tu plan de jubilación es mejor que cualquier
prestación y al final de cuentas, ¡Yo trabajaré para ti mucho tiempo más!
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