Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Colosenses 3:15
Hoy… al amanecer mi vida parecía envuelta es un manto gris y opresivo. Ayer tuve unas experiencias muy desgarradoras en mi entorno que parecían ahogar mi alma. Cuando el sol hoy se levantó victorioso parecía que su luz no me alcanzaba a tocar. Con desaliento en mi alma me dirigí al sillón donde acostumbro leer la Biblia y orar mientras disfrutaba del mate mañanero.
Mis ojos se posaron en el verso de hoy. Colosenses 3:15 donde habla que la paz de Dios gobierne nuestros corazones. Sabía que parecía que la paz se hubiese esfumado por las circunstancias externas de la vida, pero entonces, como un suave el relámpago vino a mi mente lo que una vez había leído en un libro.
La Palabra gobernar en este verso viene de la palabra griega “brabeuo”, la cual describe el trabajo profesional y bien delineado de un árbitro en un juego deportivo, quien profesional, moderada y justamente juzga las acciones realizadas por un jugador.
Allí en mi sofá agradecí al Señor por traer este verso y recordarme que no son las Circunstancias las que determinan mi paz ni mi bienestar, no es la gente que me rodea ni es el buen día que he recibido , sino la Paz de Dios la que haré un papel clave como un árbitro en medio del juego diario donde tengo que desenvolverme.
Cuando la angustia me sobreviene, entonces el árbitro de la paz de Dios toca el silbato, saca la tarjeta amarilla o la tarjeta roja para detener la angustia, la cual está infringiendo las reglas de juego establecidas por Dios. Esa paz cuando gobierna o rige las olimpiadas de mi corazón produce agradecimiento. Por eso Pablo en el verso finaliza diciendo. Sed Agradecidos.
Como no estar agradecidos con Dios quién no nos ha dejado solos en el gran juego de la vida, sino que nos ha provisto un grandioso árbitro… y ese árbitro es Su Paz.
Hoy, no miraré las malas jugadas de la vida ni las infracciones cometidas contra mi como hijo de Dios, sino que dejaré que la Paz de Dios sea el árbitro en mi diario caminar.
Señor, Gracias por darme de tu amor y de tu bondad y sobre todo tu paz. Por eso quiero ser agradecido. En el Nombre De Jesús. Amén.
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