Wednesday, February 11, 2015

LA CARRETA

Hace muchos años atrás escuché una anécdota de un campesino. Este campesino en tiempos antiguos tenía que trasladarse de un lugar a otro y la única forma era a través de una carreta que era halada por unos caballos. Él entonces fue a la boletería a comprar los boletos y encontró que allí había boletos de primera clase, de segunda y tercera clase, a lo que preguntó:

Si todos viajan en el mismo lugar, ¿por qué hay boletos diferentes y con diferentes precios?

En un momento dado en el viaje la carreta se encalló en una subida y los caballos no podían halar, entonces se escuchó la voz del cochero que gritó:

Pasajeros con boletos de primera clase, pueden permanecer sentados. Pasajeros con boletos de segunda clase, pueden salir y seguir caminando. Pasajeros con boletos de tercera clase, favor de ubicarse en la parte de atrás y ayuden a empujar la carreta.

Así nos pasa realmente;

Tenemos pasajeros con boletos de primera clase, que permanecen sentados mientras otros trabajan.
Tenemos pasajeros con boletos de segunda clase que prefieren caminar y no mirar el problema.
Tenemos pasajeros con boletos de tercera clase que cuando la carreta se encalla, pasan y ayudan a empujar la carreta.

Así que nos debemos preguntar, ¿a que clase de pasajeros pertenecemos? No nos toca a nosotros saber lo que acontecerá en el camino. Entonces lo más favorable para todos es que pongamos cuidado a nuestro compromiso con Dios y con los nuestros de manera que cuando la carreta se encalle, todos podamos ubicarnos y ayudar a los demás y así estaremos cumpliendo con un gran mandato bíblico.

Nos ayude el Señor a poder hacer lo mejor en favor de los demás y dejemos a un lado el individualismo. Amén

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