EL NIÑO MENTIROSO

Un niño aprendió nadar y se convirtió en un experto en la materia y estaba muy orgulloso de su habilidad. Solía cruzar a nado a la corriente de un río cotidianamente. Un día, mientras nadaba, vio un barco lleno de pasajeros que se desplazaban cerca de él. Él fingió estar hundiéndose y gritó en voz alta: "¡Ayúdame, me estoy hundiendo!" Algunas personas bien vestidas saltaron al agua y nadaron con todas sus fuerzas para salvarlo. Cuando lo alcanzaron, se rió en voz alta y dijo: “¡Yo te he tomado el pelo, yo soy un experto en la natación!” Y rápidamente nadó lejos de ellos. Ellos le gritaron con ira y regresaron al barco con rabia y con la ropa empapada.

Una semana más tarde, el río estaba inundado. Y el chico con exceso de confianza, como siempre, estaba nadando a través del río. El fue atrapado en un remolino en el río y no pudo escapar. Él gritó por ayuda. Un barco estaba cerca, pero como todo el mundo había oído hablar de su engaño antes, nadie se preocupó por ayudarlo. Ellos pensaron que estaba jugando un truco nuevo y así se fueron. Pronto fue succionado por el remolino y se ahogó. Su cadáver fue encontrado flotando en el agua el día siguiente.

Un verdadero cristiano no debe decir mentiras, incluso si decir la verdad puede causar pérdida, sufrimiento o dolor. No hay que mentir, incluso si la mentira nos puede dar dinero, el poder o el placer. Todo eso es temporero

El apóstol Pablo aconseja en Efesios 4:25, “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.”.

Jesus nos exhorta en Juan 8:32, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”