Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8
Nada puede alterar el carácter de Dios.
En el transcurso de una vida humana, los gustos y la perspectiva y el carácter pueden cambiar radicalmente.
Una persona, hombre o mujer ecuánime puede volverse amargo/a y caprichoso/a.
Un hombre o mujer de buena voluntad puede crecer cínico/a y cruel.
Pero nada de esto sucede con Nuestro Creador.
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