LO MEJOR DE NUESTRA VIDA, NUESTROS NIETOS

Cuando llegas a la edad madura, cuando tus hijos se han casado, cuando han volado del nido es allí donde te preguntas ¿y ahora que? 

No sientas que para ti se ha terminado la vida, o que ya no tienes nada mas que aportar como padre; muy por el contrario.

En esta etapa es donde comienzas a ser útil desde otra perspectiva.

Ahora es el tiempo de nuestros hijos. Tiempo de verlos hechos hombres o mujeres, tiempo en el que Dios nos va a mostrar los frutos de lo que hemos sembrado en ellos, tiempo de verlos independientes, tiempo de verlos conducirse en la vida y estar satisfechos por la tarea cumplida.

Nuestro nido queda vacío, a nuestros polluelos les han crecido bellas alas y han volado, unos lejos, otros cerca pero ha llegado el momento en que ellos solos construirán su propio nido.

Se casan y nos dan mas hijos, nuestros yernos y nuestras nueras. Esos seres por los que estuvimos orando durante años para que Dios los enviara en el momento oportuno; yernos y nueras que han sido bendecidos por nosotros desde mucho antes de conocerles.

Así como ha sido grande el amor entre nuestra pareja, en nuestro matrimonio, en nuestro hogar, así también lo va a ser en la pareja de nuestros hijos, en su matrimonio, en su familia.

Nuestros hijos, ya crecidos van a ser amados con amor de pareja; como tantas veces se lo hemos pedido al Señor, ahora llegó el momento.

No debemos pensar que nuestro amor es mejor, como padres, sino distinto. Nuestro amor ahora les acompañará el resto de nuestras vidas como un amor de apoyo, un amor con experiencia, con la sabiduría que dan los años vividos y la guía que Dios nos da para poder lograrlo.

Ya no es el amor de protección, de cuidados, de atenciones pues para eso tienen sus parejas. Allí comienza nuestra tarea como suegros y como abuelos.