“Las palabras sabias satisfacen igual que una buena comida; las palabras acertadas traen satisfacción.La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias. ” Proverbios 18:20-21 (NTV)
Sandra es una muchacha muy tímida y retraída, ella tuvo una niñez muy dura. Su madre era una mujer muy áspera con ella y cada vez que se equivocaba le decía cosas negativas como: “No sirves para nada”, “eres una tonta”, “siempre sales con lo mismo” y, lo peor, “nunca llegarás a lograr nada”.
Estas palabras quedaron grabadas en la mente de Sandra, pues como su madre se lo repetía tantas veces, ella se lo creyó y cada vez que estaba por alcanzar alguna meta le daba miedo y renunciaba.
Muchos hemos experimentado las palabras negativas que en un tiempo mencionaron nuestros padres sobre nuestras vidas, las mismas que causaron que no obtuviéramos la victoria en varias ocasiones.
Hoy en día veo a muchos padres tratar incorrectamente a sus hijos, escucho las palabras negativas y ofensivas que les expresan y estos pobres niños siempre andan con la cabeza agachada porque sienten que no valen nada, cuando no es así.
Dios nos dio el hermoso papel de ser padres, pero no para destruir a nuestros hijos si no para guiarlos por el buen camino y para ayudarlos a lograr sus metas.
En el libro “Somos padres… ¿y ahora quién podrá ayudarnos?” Jeffrey de León menciona: “Nuestra responsabilidad como padres es sembrar palabras que ayuden a nuestros hijos a crecer como seres humanos con una buena autoestima”.
Con esto no estoy diciendo que no corrijas a tus hijos, pero hay formas correctas de hacerlo, de ningún modo debemos destruirlos con nuestras palabras.
Un niño cree todo lo que sus padres le dicen, si tú le dices a tu hijo que es inteligente lo va a creer y se apropiará de esas palabras, pero si le dices que es un tonto también se lo creerá.
Las palabras tienen un poder muy grande, por lo cual si tú has sido víctima de tus padres o de otras personas y si todavía te sigue afectando lo que te dijeron, dedica los próximos minutos a perdonar a quienes te dañaron y corta con esa maldición, a fin de que esto no se refleje en la vida de tus hijos.
No permitas que tus palabras negativas se graben en la mente de tus hijos, que de tu boca salgan palabras positivas.
Diles a tus hijos que son inteligentes, creativos, que si ellos se lo proponen pueden llegar a alcanzar metas grandes.
“Nunca es tarde para pensar en cosas positivas que podemos decirles a nuestros hijos”.
Abel López.
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