El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. —2 Pedro 3:9
Durante la época de Navidad, esperamos. Esperamos en medio del tránsito. Esperamos en las filas de las tiendas para comprar regalos. Esperamos que lleguen los familiares. Esperamos reunirnos alrededor de una mesa repleta de nuestra comida favorita. Esperamos para abrir los regalos elegidos con amor.
Todas estas esperas pueden recordarles a los creyentes que la Navidad celebra la anticipación de algo mucho más importante que las tradiciones de esta fiesta. Tal como los israelitas en la antigüedad, nosotros también esperamos a Jesús. Aunque Él ya vino como el tan esperado Mesías, todavía no ha vuelto para reinar sobre toda la Tierra. Por eso, hoy esperamos la segunda venida de Cristo.
La Navidad nos recuerda que Dios también espera… espera que los seres humanos vean su gloria, admitan que están perdidos sin Él, respondan afirmativamente a su amor, reciban el perdón divino, se aparten del pecado. Mientras aguardamos su segunda venida, el Señor espera que todos se arrepientan. A nosotros puede parecernos un retraso en cuanto a su regreso, pero en realidad, está esperando con paciencia (2 Pedro 3:9).
El Señor espera tener una relación personal con aquellos a quienes ama. Él dio el primer paso cuando vino como el niño Jesús y el Cordero para el sacrificio. Ahora espera que nosotros lo recibamos en nuestra vida como Salvador y Señor.
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