"Y ella tendrá un Hijo, y lo llamará Jesús (cuyo significado es Salvador) porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Mateo 1:21
La esperanza de una vida nueva comienza con Jesús. Jesús significa “El Señor salva”. Jesús vino a la tierra para salvarnos porque nosotros mismos no podíamos salvarnos del pecado y sus consecuencias. Por muy buenos que nosotros creamos que somos, no podemos eliminar la naturaleza pecadora presente en todos nosotros.
Sólo Jesús puede hacer eso. Jesús no vino para ayudar a la gente a salvarse así mismos, él vino para ser el Salvador con poder. Hoy quiero agradecerle su obra de salvación por mi y quiero proclamarle como Salvador para que aquel que aún no le conoce le conozca y proceda al arrepentimiento.
La esperanza de una vida nueva está garantizada por la resurrección de Jesús. Nosotros podemos disfrutar de nuestra vida nueva en Cristo porque él nos unió con él en su muerte y en su resurrección.
Nuestros deseos perversos, nuestros cautiverios al pecado y nuestro amor al pecado, murieron en Jesús. Ahora, unido por la fe con él en su vida de resurrección, tenemos amistad con Dios y libertad en el Espíritu. Cuando estaba muerto en mis delitos y pecados y mis deseos pecadores aún no estaban cercenados, Dios nos dio una acción de libertad en la vida misma de Cristo y perdonó todos nuestros pecados y borró todos nuestros cargos en la justicia divina y lo destruyó clavándolo en la cruz.
Antes de que yo creyera en Cristo, mi vida era perversa, desobedecí, me rebelé e ignoré a Dios. Pero cuando me humillé ante Cristo y admití mi pecado él me dio una naturaleza nueva.
La pena de pecado que pesaba sobre mí, murió con Cristo en la cruz . Después de salvarme, él no me sacó de este mundo ni me convirtió en un robot. A veces esa naturaleza vieja se rehusa a admitir su muerte y quiere seguir pecando. La diferencia está en que antes de Jesús salvarme yo era esclavo de mi naturaleza pecaminosa, pero ahora ya no soy esclavo, soy libre para decidir vivir para Cristo y su poder me ayuda a decidir.
Hoy es un gran día para decidir vivir para Cristo y no permitir que mi vieja naturaleza se baje de la cruz. No solo quiero disfrutar de esa libertad conseguida en la Cruz por mi amado Jesús, sino también quiero proclamarlo como el Salvador listo para salvar a quien llega humillado ante su presencia. Y este puede ser su día.
Gracias por dar tu vida por mí en la cruz del calvario para no solamente perdonarme sino también salvarme. Hoy quiero levantar mis manos y mi voz a ti en un canto de agradecimiento por ser mi Salvador.
Señor ayúdame a compartir con otros esta verdad y que otros te conozcan como el único Salvador. Solo en ti está la salvación para el alma perdida y atribulada. Amén.
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