Todos tenemos sueños; algunos nacemos con ellos y otros simplemente tropezamos con nuestro llamado. No fui diferente; yo también tuve un sueño: cuando dormía, soñaba con vivirlo; cuando me levantaba, trabajaba para vivirlo.
Un buen día, alguien me dijo; “Viajar es mejor que arribar”.
En ese entonces, me reí, sin comprender en realidad cómo era eso aún posible. Y no me di cuenta cuán cierto era hasta que tuve lo que quería. Fue entonces cuando me di cuenta de repente que la persona que vive el sueño es diferente que la que ha trabajado por él. Ahora me he convertido en una persona más sabia, calmada, fuerte y apasionada.
La travesía me había transformado. Cometí errores y aprendí de ellos. Me caí y aprendí a levantarme de nuevo. Lloré y aprendí a secarme mis lágrimas. Hice amistades y aprendí a valorar a la gente. Me hice de enemigos y aprendí a valorar las lecciones. La travesía había transformado una tonta oruga en una hermosa mariposa, esperando ansiosamente explorar el mundo con sus recientemente halladas alas.
Así que amigos, siempre recordemos: “La experiencia es el mejor maestro y con ello, no hay garantías de que llegaremos a ser artistas; sólo la travesía cuenta”.
Así que… ¡salud a una nueva travesía!
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