Un maestro oriental vio cómo un alacrán se estaba ahogando, y decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: “Perdone maestro, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua el alacrán lo picará?”.
El maestro respondió: “La naturaleza del alacrán es picar, el no va a cambiar su naturaleza y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar y servir”.
Y entonces ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño, sólo toma precauciones.
Algunos buscan la felicidad, otros la rechazan. No olvides esto.
No permitas jamás que la conducta de otras personas condicionen la tuya. Sencillo, ¿no crees?
“Cuando la vida te presente mil razones para llorar, muéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír”. Recuerda: que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios, te he agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
Una reflexión que necesitamos, cuando nos desilusionamos de la respuesta de los demás.
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