Alabemos siempre el Nombre de Dios, en los momentos de alegría, en tiempos de tribulación, en momentos de dolor, en los momentos de victoria, y en tiempos de derrota. Cuando nos sentimos más deprimido, y más lejos de Dios, alabemos Su Nombre, aún cuando no tengamos ganas o deseos; porque el sonido del pueblo de Dios alabando, hace temblar los poderes de las tinieblas, y nos da la victoria. ¡Alabado sea Dios!
Salmos 34:1
Bendeciré a Jehová en todo tiempo;Su alabanza estará de continuo en mi boca.
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