¿Alguna vez te has sentido como si tus oraciones rebotaran en el techo? ¿Te sientes frustrado porque parece que Dios estuviese distante o no le importa lo que te pasa? ¿Estás cansado de esperar y suplicar? Todos en alguna ocasión u otra hemos sentido a Dios lejos. Sin embargo, su proximidad a nosotros no depende de si lo sentimos o no. Como puedes ver, comprender el sentido de Dios durante esos momentos difíciles es vital para nuestra vida espiritual.
El problema de nosotros no es que Dios esté distante. Si en realidad fuésemos honestos, en ocasiones la manera en que Dios hace las cosas puede llevarnos sentirlo lejos porque no lo entendemos y porque tendemos a querer lo queremos ya. Pero Dios nos da lo que necesitamos cuando lo necesitamos. Ahora bien, hay una enorme diferencia entre querer lo que queremos cuando lo queremos y necesitar lo que necesitamos cuando lo necesitamos. La diferencia entre esas dos es la espera.
La realidad de las cosas es que Dios no tiene prisa. Él literalmente tiene todo el tiempo del mundo. Como puedes ver, Dios es eterno y por consiguiente no tiene conciencia del tiempo. Si analizas la vida de Jesús te darás cuenta que nunca anda apresurado. De hecho, pareciera que se demoraba a propósito cuando otros sentían que se les terminaba el tiempo.
Lo que sucede es que pensamos que si Dios no actúa cuando nosotros se lo pedimos perderemos la oportunidad o los recursos para que se nos facilite la vida. Nos gusta estar preparados. Pero como Dios tiene todo el tiempo y los recursos siempre llega justo a tiempo, ni un minuto tarde ni un minuto temprano.
¿Sabes qué pasaría si Dios llegase temprano? No lo apreciaríamos. No viviríamos por fe; viviríamos por suposición y presunción y nunca reconoceríamos nuestra necesidad de un Dios que siempre llega justo a tiempo.
De manera que la próxima vez que tengas que esperar recuerda tres cosas:
1 Esperar, renueva nuestras fuerzas
2 Esperar, refine nuestro carácter
3 Esperar, reenfoca nuestro propósito
Así que mientras esperes no tengas miedo. No te preocupes. No te desanimes. No te desesperes. Dios es paciente con nosotros y a veces se demora por nuestro propio bien.
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