¡Sígueme!
El amar es una decisión, y esa decisión debe ir acompañada de una acción.
Es fácil decir te amo y dar la espalda y seguir. Pero es extraordinario, cuando decimos ¡te amo! Y esa palabra va acompañada de una mano que se levanta, de un abrazo que consuela, de una ayuda oportuna, de cuidados llenos de ternura, de una sonrisa del servicio a otros.
¿Cuántas veces le decimos a Dios, que le amamos y no le seguimos, no le honramos, no le servimos?
1 Juan 4:18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
Romanos 8:15 Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
1 Juan 4:12 A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.
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