¡Señor mío y Dios mío! –exclamó Tomás. –Porque me has visto has creído, -le dijo Jesús-; dichosos los que no han visto y sin embargo creen. Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida. Juan 20:28-31
Ora: - He aquí el que aquieta todas las tormentas, el que calma todos los mares. El Conquistador de las furiosas huestes de quien la oscuridad huye. Capitán, Maestro, Verbo de Dios, Luz de nuestros caminos lavados con Su sangre, con gran gozo cantaremos Tus alabanzas por toda la eternidad. Amén y amén.
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