Friday, November 7, 2014

REFLEXION

David es un ejemplo de un hombre que tenía un corazón por Dios, un tipo de persona que hizo bien (excepto por el pecado de Betsabé y Urías).

“Por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo” (1 Reyes 15:5).

Desde el momento en que Samuel derramó aceite sobre él, ungiéndole rey sobre Israel, “Y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David” (1 Samuel 16:13).

Se dice que “Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él…David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él… Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David” (1 Samuel 18:12, 14, 28).

Así que ¿Qué obtiene David por toda esta bondad? ¡Problemas por todos lados! Pero recuerda, Dios estaba todavía con él.

Piensa en el momento cuando ese mismo hombre piadoso se puso de pie sin miedo ante el gigante Goliat. Piensa en la multitud que aclamaba: “David mató a sus diez mil”. Ahora retrocede de miedo y su mejor amigo ha sido marginado de él. Está tan aprisionado por el pánico que se hace pasar por loco para salvarse. Termina escondiéndose en la cueva de Adulam con cuatrocientos hombres descontentos y acabados que se reunieron con él.

David dijo: “Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos” (1 Samuel 27:1).

David ahora estaba destrozado por muchos miedos. Debe haber visto el día de su unción como un gran error, pensando: “Señor, no puede ser que estés conmigo; yo no puedo ser tu ungido. Todo está saliendo mal. No sirve de nada. Evidentemente Tú estás enojado conmigo.” ¿Alguna vez has dicho algo así?

Pero Dios no había abandonado a David, ni por un momento. Porque sabemos que “desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David” (1 Samuel 16:13).

Así es con nosotros. El día en que el Espíritu de Dios nos trajo a Jesús y nos ungió, vino para quedarse, para habitar. En tu prueba, en tu malestar, Él es tu consuelo. Puede parecer que las cosas van mal, pero para los que confían, Dios tiene todo bajo control.

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