Wednesday, May 20, 2015

REFLEXIÓN

El amor de Dios es inagotable. Nada puede acabarlo. Y si queda alguna duda, recuerda la cruz y luego lee Romanos 8:31-39.

Dios es justo, siempre. Necesitamos entender también esa verdad. 
La justicia de Dios demandaba un sacrificio perfecto, y ya fue hecho en Cristo. Ahora bien, nos toca a nosotros decidir. Todos podemos entrar al reino de los cielos, pero no será en base a cuán buenos hayamos sido. Eso nunca será suficiente. La entrada dependerá de si aceptamos o no el sacrificio de Cristo, el pago por nuestra injusticia. Cualquier otra cosa diferente, no es el evangelio vivo. Sí, puede parecer radical, pero Dios es radical.

Dios es la sabiduría. Aunque alcancemos muchos títulos, leamos cientos de libros y acumulemos mucho conocimiento, la verdadera sabiduría viene de Dios. No confundamos inteligencia con sabiduría. Busquemos en la fuente verdadera y podremos vivir en el diseño divino y perfecto que él nos dejó en su Palabra.

Dios no es historia, no está muerto. Dios es real. Él sigue haciendo señales y milagros. No hay sustitutos para esto. No hay dios tallado, ni de otra índole que se le pueda comparar. Él es el Dios grande y poderoso, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales cuyo nombre es famoso hasta el día de hoy, a pesar de los que se afanan cada día por enterrarlo, destronarlo o desvirtuarlo.

¿Cuán grande es nuestro Dios? ¿Crees estas verdades en tu corazón? No soy teóloga ni nada semejante pero creo en la Biblia de tapa a tapa. Creo también que necesitamos afirmar estas verdades porque de lo contrario, aunque no lo tengamos tallado ni lo carguemos en brazos, puede que estemos creyendo en un dios fabricado por conceptos humanos y no en el Dios de la Palabra, Creador de los cielos y la tierra. ¿Amén?

Vivamos como Dios lo diseñó.

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