Cuando nos encontramos con amigos que no veíamos hace mucho tiempo o cuando vemos sus fotos y comentarios en las diferentes redes sociales, a veces nos alegramos mucho por su situación actual, pero en ocasiones esas mismas noticias nos deprimen al cometer el error de compararnos con ellos, con los bienes que poseen y todo lo que han alcanzado.
La teoría de Maslow indica que tenemos una jerarquía de necesidades, que conforme se satisfacen las más básicas, los seres humanos desarrollamos necesidades y deseos más elevados, lo cual nos da a entender que jamás llegaremos a estar completamente satisfechos. Pero en contraste, Filipenses 4: 12-13 dice: “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Es momento de iniciar una nueva etapa en nuestras vidas, de renovar nuestras mentes y de hacer las cosas de manera diferente, porque nada se obtiene sin esfuerzo, dedicación, perseverancia y trabajo. Algo que no podemos olvidar, es ser agradecidos con Dios por todo lo que nos provee cada día: por estar vivos, tener salud, una familia, un trabajo, una casa, un carro, un ministerio, etc.
Dejemos de enfocarnos en lo que no tenemos y más bien, empecemos a valorar lo que poseemos pero principalmente, valorémonos nosotros mismos, pues somos hijos de Dios, hechura suya, con talentos y dones particulares, capaces de alcanzar todo lo que nos propongamos.
No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Filipenses 4:11
La verdadera felicidad no depende de cuánto tengamos sino de cómo cuidamos y valoramos todo lo que tenemos.
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