¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué, seguimos luchando con el pecado después de poner la fe en Cristo como Salvador? ¿No deberían haber desaparecido todos los hábitos e inclinaciones de nuestro viejo corazón? La respuesta es que el término "nueva criatura" se refiere a nuestra posición en Cristo. Es cierto que los creyentes son perdonados y que están eternamente seguros como hijos del Padre celestial, pero seguimos viviendo en cuerpos carnales, y mientras estemos en la tierra habrá una batalla continua entre el espíritu y la carne.
Dios nos transforma a lo largo de toda nuestra vida para que nos parezcamos cada vez más a Cristo. Su Espíritu nos ayuda a combatir el pecado, y nos enseña cómo vivir. Este proceso, llamado santificación, es una peregrinación que durará hasta que seamos llamados a la patria celestial.
Mientras que la salvación es un hecho que sucede una sola vez, la santificación es un proceso de toda la vida. Y aunque el Señor nos ve a los creyentes como justos, todavía tenemos la capacidad de pecar.
Afortunadamente, el Espíritu de Dios nos guía y nos da poder para ser más como Cristo, y si nos sometemos a Él, nuestra conducta y nuestros pensamientos cambiarán. El Espíritu de Dios nos guía y nos da poder para ser más como Cristo.
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