Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Génesis 9:14
El cielo aparece lleno de nubes, mas no tememos que la tierra sea inundada por un nuevo diluvio.
El arco iris trazado en los cielos disipa todos nuestros temores. La alianza hecha por Dios con Noé no ha sido quebrantada; de esto no abrigamos duda alguna. Y siendo esto así, ¿por qué pensamos que las nubes de nuestras tribulaciones, que al presente oscurecen el cielo de nuestra dicha, serán para nuestra destrucción? Desechemos estos temores infundados y bochornosos.
La fe siempre tiene delante de nuestros ojos el arco de la promesa establecida cuando nuestros sentidos perciben la nube del dolor.
Dios tiene en sus manos el arco con el cual puede lanzar las flechas de la destrucción; pero ese arco apunta hacia arriba. Es un arco sin cuerda y sin flecha; es un arco de trofeo, inútil para la guerra; un arco de muchos y diversos colores que significa esperanza y amor; un arco que se torna rojo con la guerra y negro con la ira.
Tengamos valor.
Dios jamás ensombrece nuestro cielo, de tal modo que no podamos dar testimonio de su alianza. Y aun cuando así lo hiciere, nosotros siempre podremos tener la seguridad de que la alianza de paz se cumplirá.
Hasta que nuevamente cubran las aguas toda la tierra, no tendremos motivo para dudar de la promesa de nuestro Dios.
Hoy... La promesa de Dios me sostiene porque sé que Dios cumplirá cada una de sus palabras.
Señor, Vengo a ti en oración con la seguridad de que tus promesas se harán en mí. Amén.
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