Saturday, July 29, 2017

CONCIENCIA TRANQUILA

Si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas sobre los impuros, santifican para la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará de obras muertas nuestra conciencia, para que sirvamos al Dios vivo! - Hebreos 9:13-14

Durante el verano pasado mi esposa y yo visitamos un viejo amigo, ya ahora entrado en años. Nos quedamos a dormir una noche en su casa. A la mañana siguiente le pregunté: ‘¿Qué tal dormiste?’ ‘Muy bien’, me contestó. ‘Tengo la conciencia limpia, ¿cómo no habría de dormir bien?’ Me gustó su respuesta, muy arraigada en la obra de Cristo y en la fe cristiana. Es sólo la gracia de Dios la que, mediante el perdón de los pecados, nos puede hacer dormir tranquilos. O, como dice Pablo, nos permite vivir con una conciencia purificada de obras muertas.

No oigo hablar mucho de conciencia limpia últimamente, ni en la iglesia ni en ningún otro lado. Pareciera como que tuviéramos la conciencia cauterizada, insensibilizada por el bombardeo que sufrimos a diario de parte de Satanás de corrupción, libertinaje, infidelidades, y deshonestidad. Y entonces, nos limpiamos por afuera, o “purificamos la carne” para citar a Pablo.

Necesitamos escuchar una y otra vez la ley intransigente de Dios que nos acusa por nuestras obras muertas y que sabemos (somos conscientes) que nos condenan. Ningún sacrificio nos puede librar de las acusaciones de nuestra conciencia. Sólo el Señor Jesús, que derramó sangre inocente y santa, purifica nuestra conciencia para liberarnos de las obras que conducen a la muerte, a fin de que sirvamos al Dios viviente. ¡Qué privilegio dormir tranquilo! ¡Qué privilegio servir con la conciencia tranquila! ¡Gracias Jesús!

Gracias, Padre, porque en Jesús nos libraste de las obras que conducen a la muerte. Amén.

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