- ¿Qué pasa hija? ¿Por qué estás tan deprimida? – le preguntó su padre.
- ¡Es que mi mesa se desordena con demasiada facilidad! - Dijo la niña.
- Enséñamelo.
Fueron a la habitación de la niña y enseñándole la mesa le dijo: ¿Ves? Yo la ordeno, pero fácilmente se vuelve a desordenar.
El padre extrañado le dice: Enséñame cómo es la mesa cuando está ordenada.
La niña recogió todo, agrupó los lápices arriba a la derecha, una libreta arriba a la izquierda, una regla a la derecha, una goma de borrar abajo a la izquierda y así sucesivamente hasta que al fin, contenta, dijo sonriendo: - ¡Ya está!
El padre, extrañado pregunta: ¿Y si cambio los lápices, un poco a la izquierda?
- ¡Ah no Papi! Así ya no está ordenada.
- ¿Y si tomo la goma de borrar y la coloco en el lugar de la regla?
- ¡Me la desordenas más!
- ¿Y si cambio de sitio la libreta y la pongo en el lugar de los lápices?
La niña, al borde de las lágrimas le dijo: ¡Papa! ¡Me estás desordenando toda la mesa!
- No, hija no, la mesa no está mal. Lo que pasa es que tú tienes muchas imágenes de una mesa desordenada, y sólo una de una mesa en perfecto orden.
Al igual que la niña, nosotros tenemos una imagen de cómo nos gustaría que fuera nuestra vida, de cómo sería perfecta. Queremos hacer todo en base a esa imagen que tenemos en nuestra mente, buscamos que nuestras vidas sean iguales a lo que vimos en una película o la que vemos en los demás y cuando nos damos cuenta que no es como queremos nos desesperamos, nos angustiamos y deprimimos.
Otras veces hemos alcanzado lo que queríamos pero sucede algo que da un giro a nuestras vidas, un cambio inesperado, y creemos que el mundo se ha terminado, que ya no hay nada más, cuando en realidad, puede ser que Dios esté ordenando nuestras vidas para que lleguemos a ser lo que Él quiere que seamos.
Si tu vida no es exactamente igual a como la soñaste ó si ha sucedido algo que ha cambiado tus planes inmediatos, que ha reformulado todo lo que hacías y lo que tenías, no te desesperes, da gracias a Dios porque Él sabe lo que es mejor para ti y porque Él ve mucho más allá de lo que nosotros podemos ver.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:8,9
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