La madre, de 26 años de edad, se paró al lado de la cama de su hijito de 7 años, que estaba muriendo de leucemia. Aunque su corazón estaba lleno de tristeza y angustia, ella también tenía un fuerte sentimiento de determinación. Como cualquier otra madre, ella quería que su hijo creciera y realizara sus sueños. Ahora, eso no sería más posible, por causa de la leucemia terminal. Pero, aún así, ella todavía quería que el sueño de su hijo se transformara en realidad. Ella tomó la mano de su hijo y le preguntó: "Bopsy, ¿alguna vez ya pensaste en lo que te gustaría ser cuando crezcas? ¿Ya soñaste lo que te gustaría hacer con tu vida?"
"Mamá, siempre quise ser un bombero". La madre sonrió y dijo: "Vamos a ver si podemos transformar ese sueño en realidad".
Más tarde, ese mismo día, ella fue al cuerpo de bomberos local, en la ciudad de Phoenix, Arizona, donde se encontró con un bombero de gran corazón, llamado Bob. Ella explicó la situación de su hijo, su último deseo y, le preguntó si sería posible dar una vuelta en el camión de bomberos con su hijito de siete años, alrededor de la manzana.
El bombero Bob dijo: "Mire, ¡NOSOTROS PODEMOS HACER MÁS QUE ESO! Si tienes tu hijo listo, a las siete de la mañana, el próximo miércoles, nosotros lo haremos un bombero honorario por todo el día. ¡Él podrá venir al cuartel, comer con nosotros, salir para atender las llamadas de incendio! Y si nos das sus medidas, nosotros le conseguiremos un uniforme de verdad, con sombrero, con el emblema de nuestro batallón, un saco amarillo igual al que vestimos y también botas. Ellos son todos confeccionados aquí mismo en la ciudad y seguiremos rápidamente".
Tres días después, el bombero Bob buscó al niño, lo vistió en su uniforme de bombero y lo escoltó desde la cama del hospital hasta el camión de bomberos. Bopsy se sentó en la parte de atrás del camión, y lo llevaron hasta el cuartel central. El estaba en el cielo. Ocurrieron tres llamadas aquel día, en la ciudad de Phoenix, y Bopsy acompañó a todos. En cada llamada, el fue en vehículos diferentes: en el camión tanque, en la van de los paramédicos y hasta en el auto especial del jefe del cuerpo de bomberos. El también fue filmado por el programa de televisión local. Tuvo su sueño realizado. Todo el amor y atención que le dieron lo tocó tan profundamente, que Frank "Bopsy" Salazar vivió tres meses más de lo que todos los médicos habían previsto.
Una noche, todas sus funciones vitales empezaron a caer dramáticamente y la enfermera-jefe, que creía en el concepto de que nadie debería morir solo, empezó a llamar al hospital a toda la familia. Entonces, ella recordó el día que Bopsy había pasado como un bombero, y llamó al jefe, preguntando si sería posible enviar algún bombero al hospital, en ese momento difícil, para quedarse con el niño. El jefe de los bomberos contestó: "¡NOSOTROS PODEMOS HACER MÁS QUE ESO! Nosotros estaremos ahí en cinco minutos. Y hágame un favor. Cuando escuche las sirenas y vea las luces de nuestros autos, avise al sistema de seguridad que no se trata de un incendio. Solamente es el cuerpo de bomberos que viene a visitar, una vez más, a uno de sus más distintos integrantes. ¿Y podrías abrir la ventana de su habitación? ¡Gracias!"
Cinco minutos después, una van y un camión con escalera Magirus llegaron al hospital, extendieron la escalera hasta el piso donde estaba el niño y 5 bomberos subieron hasta su cuarto. Con el permiso de la madre, ellos lo abrazaron, lo tomaron en los brazos y dijeron lo mucho que ellos lo amaban.
Con un suspiro final, Bopsy miró al jefe y preguntó: "Jefe, ¿yo realmente soy un bombero?"
"Bopsy, ¡eres uno de los mejores!", dijo el jefe. Con estas palabras, Frank "Bopsy" Salazar sonrió y cerró sus ojos por última vez.
(Esta historia es verídica ocurrió en Phoenix, Arizona en el 1981)
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