ANHELANDO LA GLORIA

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:19-20

En 1997, Sports Illustrated publicó una encuesta de 198 atletas olímpicos.

Se les preguntó si estarían dispuestos a tomar una sustancia prohibida para mejorar el rendimiento si se les garantizaba que no serían capturados y que iban a ganar la competencia. Ciento noventa y cinco atletas dijeron que sí; tres dijeron que no.

Se les preguntó a continuación si tomarían la sustancia si se les garantizaba no ser descubiertos, ganarían todas las competiciones por los próximos cinco años, pero que luego morirían por los efectos secundarios de la sustancia. Más de la mitad de los atletas dijeron que sí. Esto es al mismo tiempo sorprendente y muy triste.

Para los fanáticos deportivos, los Juegos Olímpicos se celebran cada dos años. ¿Puedes nombrar cinco medallistas de oro en los Juegos Olímpicos más recientes? (¿Puedes recordar dónde se llevaron a cabo?)

Todos tenemos un deseo de reconocimiento y honor. Pero la inmortalidad y la gloria pertenecen a Dios.

“Yo no amo la espada brillante por su nitidez, ni la flecha por su rapidez, ni el guerrero por su gloria. Sólo amo lo que ellos defienden.” - J. R. R. Tolkien (1892-1973)