Tuesday, September 1, 2015

EL ABRAZO DE PAPÁ

Uno de mis recuerdos de la niñez es el estar esperando fuera de nuestra casa la llegada de Papá del trabajo en la tarde.

Teníamos un estacionamiento de gravilla junto a la casa y del mismo lado había un gran árbol. Este tenía algunas ramas bajas en las que podíamos treparnos cuando niños, 4 ó 5 años. Mi hermano Bob y yo esperábamos a Papá sentados en una rama de ese árbol hasta que pudiésemos ver el auto de Papá ingresar al estacionamiento y oír el sonido de la grava bajo las llantas.

Cuando llegaba ese momento, bajábamos del árbol y corríamos hacia el auto de Papá. ¡No podíamos esperar a que él bajase del auto!Todavía recuerdo el entusiasmo que sentía cada noche anticipando la llegada de Papá, su bajada del auto, dándonos primero su gran sonrisa y luego tomarnos rápidamente en sus 
brazos para el abrazo de bienvenida.

Me sentía tan feliz de recibir ese abrazo de Papá que pienso que probablemente hubiese acampado para siempre, o al menos hasta el desayuno, ¡para recibir aquel amoroso y cálido abrazo! Cuando me daba ese abrazo, podía sentir cuánto nos amaba en ese fuerte y sin embargo suave, confiable y seguro abrazo.

Estoy tan agradecida a mi Papá por ese maravilloso recuerdo de su regreso a casa. Tenía varios juegos y rutinas familiares que realizaba con Bob y conmigo que mágicamente decían: “Les amo”, “Son especiales para mí”, “Son mi gozo” y “Ahora es nuestro tiempo juntos”.

Cuando Papá enfermó pocos años después y no nos podía comunicar más su amor en palabras o abrazos, todavía tenía esas escenas de sus “regresos a casa para estar con nosotros” de las cuales sacar seguridad de su continuo amor por nosotros.

Han pasado ya casi 25 años desde que mi Papá murió y sin embargo, mis recuerdos de él de mi niñez temprana continúan siéndome una fuente maravillosa de inspiración. Recuerdo los grandes momentos que pasamos juntos cuando joven; su vibrante sonrisa, sus chistes tontos y el humor juguetón de sus rutinas.Pero de todos los gratos recuerdos que Bob y yo tenemos de nuestro tiempo con Papá, la “espera por el abrazo de vuelta a casa” es para mí, el mejor de todos. Y cuando pienso de Papá regresando a casa, todavía puedo recordar la brillante sonrisa que nos daba, sus largos brazos extendiéndose hacia nosotros y la sensación de su cálido abrazo al levantarnos del suelo.

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