Tuesday, September 22, 2015

LA FIESTA DE BODAS

“Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.” (Mateo 22:8-10)

Desde el Calvario, el evangelio ha salido a toda la humanidad: Judíos y Gentiles, esclavos y libres, ricos y pobres, buenos y malos por igual. Así fue como “las bodas fueron llenas de convidados”. Por favor comprende que esta escena no se refiere a las Bodas del Cordero. Estos invitados son aquellos que escuchan el llamado de recibir a Cristo como Señor.

Piénsalo. Según Jesús, esta novia está compuesta de “todos los que hallaron, juntamente malos y buenos”. Tal grupo incluye a los que fueron malas personas: adictos, alcohólicos, prostitutas, asesinos, jugadores y vendedores de drogas. Sin embargo también incluye personas que fueron buenas, aquellos que una vez confiaron en la justicia de la carne.

Ahora todos han sido cambiados. Han confesado sus pecados y fueron lavados por la sangre de Cristo.

Típicamente, pensamos que los banquetes de bodas duran unas pocas horas. En la cultura judía de los tiempos de Jesús, tales banquetes podían durar hasta siete días. Sin embargo, para Dios, un día es como mil años. Y en esta parábola, el banquete del que estamos hablando ha durado desde el Calvario, ha sido llevado a cabo por siglos, y no terminara hasta que regrese el Novio.

Estimado santo, ¿te das cuenta lo que significa esto? Cada día es tu día de bodas. Como miembro del cuerpo de Cristo, eres parte de Su Novia. Eso significa que cada mañana cuando te levantas, debes ponerte tu vestimenta blanca de novia. Si se mancha o ensucia, debes llevarla a Su Palabra, para que sea limpia, y debes mantener el anillo de bodas puesto todo el tiempo, pues significa tu estatus de casado, sellado por el Espíritu Santo. Finalmente, debes festejar del pan del cielo: Cristo, el mana del cielo.

Este banquete de bodas está tomando lugar todos los días en el 
Cuerpo de Cristo.
—David Wilkerson

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