No permitas que nadie te desprecie por ser joven. Al contrario, trata de ser un ejemplo para los demás cristianos. Que cuando todos oigan tu modo de hablar, y vean cómo vives, traten de ser puros como tú. Que todos imiten tu carácter amoroso y tu confianza en Dios. 1 Timoteo 4:12
Un joven de apenas 15 años estaba en el autobús cuando sintió que Dios tocó su corazón, se levantó de su asiento y comenzó a hablar en voz alta a los pasajeros sobre la venida de Cristo, enseguida un hombre que estaba sentado detrás le gritó:
Cállate y siéntate! el joven se sentó avergonzado.
De pronto volvió a sentir que Dios le pedía que volviera a decir las mismas palabras, el hombre amenazó con darle una paliza si no se sentaba y callaba; entonces el joven de nuevo se detuvo. Pero sintió una vez más que Dios le motivaba a hacer lo mismo, se puso de pie y gritó que Jesús se acercaba.
El hombre que lo había amenazado tenía un niño en su regazo, se levantó y fue hacia el joven para atacarlo, cuando su pequeño niño le dijo:
Papá no lo golpees, no hagas eso papá. ¡Él es un enviado de Dios!
El hombre se puso a llorar y el joven le preguntó:
¿Por qué llora señor?, con lágrimas en su rostro, arrodillado y abrazando a su hijo le respondió:
¡Mi pequeño era mudo y ahora está hablando!
Cuando decidimos recibir a Jesús como nuestro Salvador y comenzamos a dar nuestros primeros pasos como cristianos, no sentimos vergüenza en compartir con otras personas lo que Dios hizo y sigue haciendo en nuestras vidas. Lo que sucede muchas veces, es que al pasar el tiempo vamos perdiendo la pasión y solo lo hacemos por compromiso y costumbre, ya no como las hacíamos en un principio.
El amor es una decisión y no un sentimiento, por esa razón es que no debemos permitir que nada ni nadie apague ese fuego ardiente que recibimos cuando decidimos seguir a Jesús; cada día debemos anhelar conocerlo más y agradarle en todo lo que hagamos.
Si te identificaste con esta reflexión, te animo a pedirle a Dios que te de un nuevo fervor para servirlo con amor y gratitud, de modo que puedas cumplir con la gran comisión que El nos encomendó: “Ir y hacer discípulos a todas las naciones”, llevando un mensaje de esperanza y salvación a todos aquellos que creen que ya no tienen una razón de vivir.
Jamás permitas que nadie te impida hablar de Dios o compartir de su amor a otras personas, porque mientras lo hagas, El estará obrando y haciendo milagros a través de ti, aún sin que te des cuenta.
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Romanos 1:16
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