La única manera de saber qué semilla alberga un árbol en su
interior es sembrándolo. Cuando se siembran actos de bondad y generosidad hacia los demás, uno nunca llega a saber qué poderoso árbol puede crecer de esa pequeña semilla.
Cuando damos lo mejor de nosotros mismos, no sabemos los milagros que pueden operarse en nuestra vida o en la vida de otro.
Colosenses 3;23
Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.
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