Cuán preciosos me son, Oh Dios, tus pensamientos, Cuán grande es la suma de ellos” Salmo 139:17
La omnisciencia Divina confronta la comodidad de la mente profana, pero al hijo de Dios lo desborda de consuelo. Dios siempre piensa en nosotros, él nunca desvía su pensamiento de nosotros, nos tiene siempre ante sus ojos y esto es precisamente lo que yo debiera hacer con él, jamás desviar mi pensamiento de él ya que sería terrible existir por un momento más allá de la observación del Padre celestial.
Sus pensamientos son siempre gratos, amorosos, sabios, prudentes, de largo alcance y traen beneficios incontables, es una deliciosa elección recordar sus pensamientos. El Señor siempre ha pensado en su pueblo y por ellos los eligió e hizo pacto de amor con ellos. Se que lo mismo a hecho conmigo y quiere deleitarme en sus pensamientos.
El pensamiento de Dios acerca de su pueblo es permanente y perseverante hasta llevarlos sin riesgo hasta el final del camino. En todos mis caminos la mirada vigilante del Padre eterno está sobre mi. Jamás podré tomar mi propio camino sin que su mirada de amor me persiga. En mis dolores él me observa intensamente y ningún dolor escapa de su tierna mirada.
El conoce todos mis cansancios y marca en su libro todas las batallas que he sostenido. Los pensamientos de Dios me comprenden en todas mis trayectorias y penetran la región íntima de mi ser. Ningún nervio, ningún tejido, válvula o músculo de nuestro cuerpo escapa de su control. Sus pensamientos grandes se acercan a mi mundo pequeño para llenarlo de su interés y amor.
¿Tiene todo esto significado para ti? No vale la pena tomar el sendero sucio de la tontería filosófica de quién predica un dios impersonal y habla de la materia como una personalidad existente y propia. El Señor vive y piensa en nosotros y esta es una verdad muy preciosa para mí que no la quiero dejar escapar, hoy quiero decir como el salmista: Cuán preciosos me son, Oh Dios, tus pensamientos, Cuán grande es la suma de ellos.
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