Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.
Santiago 1:2-4
Vivían muy felices, en un clima de paz, hasta que conocieron a su nuevo vecino, quien se había mudado hace pocos días. Julia tenía dos niños pequeños y como sucede habitualmente, juegan, gritan, lloran y ríen. Esto no tardó en causar molestia al nuevo matrimonio que se había mudado al edificio, originando tediosos conflictos.
Ambas familias, compartían un pequeño pasillo, donde muchas veces quedaban, los triciclos y juguetes de los niños. El nuevo vecino con evidente enojo, los pateaba de mala manera para quitarlos de su camino. De esta manera la tensión entre ambas familias iba creciendo. Unos buscaban mas silencio y tranquilidad, pero Julia y su familia disfrutaban de la alegría y el bullicio que traen dos niños pequeños. Esta situación angustiaba a Julia, al punto de entristecerla y robarle la paz. Le había pedido a Dios que cambiara a su vecino, pero todavía no veía ningún signo alentador.
Finalmente ella se rindió y ante tanta impotencia nuevamente oró a Dios. “Señor, no puedo más, lo que hacen mis vecinos me afecta mucho, creo que he estado luchando sola esta batalla, dime que puedo hacer, te pido que tú me enseñes.” Ese día comenzó un cambio, pero en ella, porque su vecino aún seguía actuando del mismo modo. Ahora Julia sentía paz y cambió su actitud de ira y enojo por una muy distinta llena de amor y comprensión. Julia comenzó a tener pequeños gestos cordiales, para su vecino, lo que provocó que de a poco comenzaran a tener al menos una correcta relación de convivencia.
Julia no podía cambiar la manera de ser de su vecino, pero tenía claro que si ella cambiaba, ya la relación no podría seguir siendo la misma. No podemos esperar cambios, si seguimos haciendo lo mismo de siempre.
Muchas veces, queremos que los otros cambien, pero seguramente si nos examinamos encontraremos que también nosotros necesitamos modificar conductas.
Hay personas difíciles de tratar, con las que tenemos que lidiar día a día y no sabemos cómo manejar esta situación. Ora a Dios por sabiduría y comienza cambiando tú, a veces un gesto nuestro sembrando amor, puede cambiar una situación que en apariencia no tenía solución.
Santiago 1:5 “Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.”
Tal vez te encuentras hoy en esa encrucijada donde la impotencia te quiere invadir, hoy te invito a dejar que Dios tome el control de tus emociones y circunstancias, deja que el cambio comience en ti, verás que si hay una solución.
No esperes el cambio, se parte de él.
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