¿Qué haces cuando se te acaba la fe? La mayoría de las personas no se hacen esta pregunta en voz alta, pero sus crisis internas son tan reales como el oxígeno que respiramos día a día para existir. La vida arranca, los problemas abundan, las personas te defraudan, las enfermedades y aún la muerte tocan a tu puerta. Es posible que no te ataquen a ti directamen te pero si puede que afecten a tus seres queridos. O tal vez tú mismo seas el que llora en silencio porque una o varias aflicciones te han robado la fuerza.
Y empieza el descenso de manera lenta y espiral. Oraste por una enfermedad que no sano, perdiste un trabajo que necesitabas, amaste a alguien que se fue, oraste por un milagro que no se dio. De repente te encuentras ante el espejo de la duda, la incredulidad y el desespero.
¿Si Dios no sanó a esa persona por la que oré, cómo me salvara de una tragedia? la pregunta parece sorprenderte pero ahí está. Y te delata. Ya no tienes fe. Por lo menos eso parece. Inteligentemente te alejas y empiezas a orar y a pedirle a Dios que te muestre que pasó. ¿En qué cruce te bajaste? ¿Cuándo dejaste de creer que Dios era todopoderoso, bueno en todo tiempo?
Es posible que si buscas, sinceramente, encuentres que la última vez que creíste, fue durante esa prueba que se extendió mucho tiempo, cuando no recibiste la respuesta positiva que esperabas. Fue ahí donde un argumento perdido o no entendido te hizo dudar de todo el carácter de Dios, de todo su amor por ti.
Después de todo, si no hizo el milagro aquella vez, lo más probable es que no lo haga ahora tampoco. Y es ahí donde se te acabó la fe.
Esto claro está no le pasa a todo el mundo, pero a los que son lo suficientemente honestos para admitir que si les pasa le recibe la buena noticia de que a un corazón “contrito” no lo despreciará Dios.
Aunque ese corazón venga a Él lleno de preguntas. Él te recibe y te dice que te ama, que entiende que en tu mente finita no puedes ver todos los planes que Él tiene para ti y que cada uno de ellos son únicos y necesitan la experiencia que has recibido en tus entrenamientos de prueba.
Él te contesta que la sanidad es completa y que la tenemos garantizada, tal vez no aquí, tal vez solo allá. Te contesta que ha visto el dolor de tu alma cuando perdiste al ser amado, y que lo sintió también Él mismo, porque en caso de haberlo olvidado Él no solo está contigo sino que está en ti. Todo lo que sientes, lo siente, todo lo que sufres, lo sufre, todo lo que esperas, lo ve. Lo ve desde dentro porque habita en ti.
Permite que tu corazón rebase las envestidas de la vida, acercarte a tu Padre y déjale en sus brazos todas las preguntas sin respuestas. Permite que su soberanía sea suficiente. Permite que su abrazo sea más fuerte que tu dolor. Si logras hacer eso, habrás logrado recuperar tu fe.
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