EL PODER DE LA ORACIÓN

Un granjero tenía dos hijas. La mayor estaba casada con un agricultor. La hija menor estaba casada con un alfarero. El padre solía visitar a sus hijas con frecuencia. Durante una de sus visitas, la hija mayor le pidió orar por lluvias más frecuentes porque sus cultivos estaban mal en necesidad de agua. El aceptó.

Luego visitó a su hija menor. Ella le dijo que querían más sol para que sus ollas de barro se secaran al sol durante el endurecimiento. Ella quería que el orara por más sol sin lluvia.

El pobre padre estaba en una gran encrucijada en cuanto a sus hijas porque estaban exigiendo oraciones contradictorias. Finalmente tomó una decisión audaz y oró: "Dios, haz lo que quieras. ¡Que se haga tu voluntad!"

Un niño puede ver un cuchillo afilado y brillante y llorar para conseguirlo como un juguete. Pero ningún padre amoroso le dará un regalo tan peligroso para un niño pequeño.

Esto explica por qué muchas de nuestras oraciones no son respondidas de inmediato. Dios, como nuestro padre amoroso, conoce nuestro futuro y nos otorga sólo los regalos que nos merecemos y los que nos beneficien.

No se ora para vencer la renuencia de Dios, sino para aceptar Su voluntad.