Wednesday, August 20, 2014

MI CASA YA NO ES MI HOGAR

La mayoría de adolescentes se quejan diciendo ¡Mi casa es un infierno! En lugar de encontrar un lugar de descanso y paz muchas veces solo encuentran un ambiente pesado, cargado de peleas y riñas por lo cual prefieren evitar pasar tiempo en sus casas.

Algunos en busca de un lugar de pertenencia, se unen a grupos urbanos, gangas, pandillas, que lo que hacen para captarlos es venderle la idea errónea de que esa es su familia.

Lo mismo sucede con los padres, cuando al fin llegan de su trabajo luego de una agotadora jornada, buscando algo de paz, a menudo solo se encuentran con una esposa que lo recibe con quejas y con una interminable lista de problemas que se han suscitado durante el día. 

Se ha demostrado que muchos niños con problemas de aprendizaje, su dificultad no tiene que ver con una carencia intelectual, sino que el problema radica en el hogar.

Al no haber una ambiente de amor y armonía, se sienten inseguros y lo terminan reflejando en un bajo rendimiento en sus estudios.

También se han hecho investigaciones para observar de que manera los niños enfrentan sus conflictos. Llamativamente encontraron un característica común en todos aquellos que habían pasado satisfactoriamente esta prueba, todos venían de buenas familias. 

Esta conclusión no nos sorprende ya que familia es nuestro lugar de protección y cuando es estable, automáticamente nos sentiremos seguros para enfrentar cualquier conflicto y así se crea un ambiente favorable para el desarrollo de nuestras habilidades. Por lo tanto, es importante que te preguntes: ¿Se respira paz y amor en mi casa? ¿Cuál es mi aporte a este ambiente?

!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Salmos 133:1

Lo dicho para la familia, aplica también a otros ámbitos en los cuales nos desenvolvemos, el trabajo, la iglesia, un club, donde a veces se siente un ambiente pesado difícil de soportar. Esto sucede porque hay enojos, murmuraciones, chismes, envidia, celos...

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Juan4:20

Si no amas a tu hermano y no sabes perdonar, entonces mientes cuando dices que amas a Dios. Ésta declaración no es mía, es palabra de Dios. Por tanto, cuando sientas ganas de enojarte, de criticar o murmurar etc. ¡no lo hagas!. Recuerda que todo esto, aunque parezca inofensivo, afectará gravemente el ambiente en el cual te desenvuelves.

Todos somos responsables, de buscar un clima de armonía, paz y felicidad, comenzando por tu casa, pero también en tu iglesia y trabajo.

¡Comienza a hacer algo distinto para mejor el ambiente de tu hogar, da el primer paso, quizás un gesto tuyo sea imitado por otros que también estarán felices de contribuir a una mejor convivencia. La meta debe ser que cada persona que visite tu casa o tu iglesia, pueda percibir no solo el amor a Dios, sino también a nuestros semejantes.
¡No seas parte del problema, sé parte de la solución!

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