17. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales;
18. Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.
19. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.
El fracaso de la cosecha y la muerte de los rebaños devastarían a Judá. Sin embargo, Habacuc afirmó que aún en medio de la hambruna se regocijaría en el Señor. Las circunstancias no controlaban los sentimientos de Habacuc, sino la fe en la capacidad de Dios para darle fortaleza. Cuando nada tenga sentido para nosotros y cuando los problemas parezcan ser más grandes de lo que podemos soportar, recordemos que Dios fortalece. Aparte los ojos de sus dificultades y mire a Dios.
Dios dará a sus seguidores una confianza plena en los tiempos difíciles. Correrán como ciervos a través de terrenos escabrosos y peligrosos. Dios ejercerá su justicia y terminará completamente con el mal en su debido tiempo. Mientras tanto, el pueblo de Dios necesita vivir en la fortaleza de su Espíritu, confiando en la victoria final sobre el mal.
Habacuc preguntó a Dios por qué los malos prosperan mientras que los justos sufren. La respuesta de Dios fue: No es así, a la larga no es así. Habacuc vio sus limitaciones en contraste con el control ilimitado de Dios sobre los acontecimientos del mundo. Dios está vivo y tiene el control del mundo y lo que en él ocurre. No podemos ver todo lo que Dios hace ni todo lo que harå. Pero debemos estar seguros de que Él es Dios y que hará lo que es bueno. Saber esto nos da confianza y esperanza en medio de un mundo confuso.
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