Friday, September 27, 2013

¿ESTAS CANSADO DE LLEVAR TUS CARGAS?

Ana era una mujer estéril, pero anhelaba tener un hijo. Ella no era la única mujer de su esposo, la otra se llamaba Penina. Como esta tenía varios hijos se burlaba de Ana por su condición de estéril. Por esta causa, Ana vivía en aflicción, tal era su tristeza que ni siquiera tenía deseos de comer.

“Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos”. 1 Samuel 1:6

Un día ella fue al templo angustiada en gran manera, oró a Dios y le pidió con todo su ser que le diera un hijo, prometiéndole que si así lo hacía, se lo iba a dedicar a El.

“Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza”. 1 Samuel 1:10-11

Muchos de nosotros tenemos pruebas y aflicciones que pensamos que nunca vamos a resolver. Y aunque curiosamente decimos “lo he dejado en las manos de Dios”, sin embargo, esta no parece ser la realidad, dado que seguimos sufriendo y tratando de resolver la situación con nuestras propias fuerzas.

Cuando Dios nos dice hijo mío dame tu carga que yo te la llevaré, pareciera que le respondiéramos: “no Señor no te preocupes yo puedo llevarlo solo”, y seguimos nosotros mismos llevando una carga que no debiéramos llevar.

En cambio Ana hizo lo correcto, si hay un lugar donde nuestras lágrimas tienen valor, es en la presencia de Dios. Luego de orar, ella entregó sus cargas al Señor y se fue tranquila sabiendo que El la había escuchado y por lo tanto la iba a ayudar.

…Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. 1 Samuel 1:18

Ana es un ejemplo de fe puesto que ella confió en Dios sus aflicciones y una vez que volcó su corazón delante de Dios, nunca más estuvo triste, por lo cual recibió la recompensa de tanta fe y confianza.

“Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová”. 1 Samuel 1:20

Ya no tienes que llevar tus cargas, entrégalas a quien al igual que Ana, puede transformar tu tristeza y fracaso en una resonante victoria.

No le digas a Dios lo grande que es tu problema, mas bien dile a tu problema que grande es tu Dios, el que te da la victoria.

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