Un día mi esposa estuvo de visita en una casa en la cual un niño había perdido un ojo mientras jugaba con un cuchillo, y desde entonces empezamos a cuidar mucho a nuestro hijito, que tenía dos años. No le dejábamos jugar con las tijeras ni con otras cosas cortantes, pero como todo niño, trataba de apoderarse de ellas con frecuencia.
Un día tomó las tijeras, y la hermana, viéndolo, trató de quitárselas sin éxito. Pero recordó que en la otra pieza había algunas naranjas y entonces llevándole una le dijo:
- Guillermo, ¿quieres una naranja?
El chico dejó caer inmediatamente las tijeras, y corrió para tomar la naranja.
A veces Dios nos quita las tijeras, pero nos da una naranja. Pon tus dos pies en el sendero estrecho que lleva a la vida y a la alegría; sus senderos son senderosde paz. Es el camino de la victoria y de la paz; en él no hay tinieblas; todo es luz.
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