23 Y cuando Abigail vio a David, se bajó prontamente del asno, y postrándose sobre su rostro delante de David, se inclinó a tierra;
24 y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y escucha las palabras de tu sierva.
La hermosa mujer del belicoso Nabal no tenía nada de qué disculparse. Se estaba poniendo en el fuego de su marido. Nabal había negado a suministrar provisiones para las tropas de David, a pesar de que habían protegido su propiedad. Aturdido por la descortesía de Nabal, David estaba en camino para vengar el insulto. Abigail se interpuso entre ellos, y manejó la sensible situación y la negociación de un acuerdo.
Su discurso a David es un ejemplo brillante de la fuerza, la inteligencia y la dignidad. En primer lugar, Abigail desvió la culpa de Nabal a sí misma, lo que puso David en una posición incómoda, difícilmente podía vengarse de una mujer bella e indefensa. Entonces ella recordó a David que la justicia de Dios - David no necesitaba vengarse porque Dios lo haría por él. Por último, ella recordó a David de su gran advenimiento como rey. Después de todo, ¿por qué estorbar su buena conciencia con un acto apresurado de la violencia contra un tonto?
Abigail no tenía que responder por las acciones de su marido. Sin embargo, lo hizo porque ella reconoció que un mal mayor se produciría si David seguia adelante con su ventilación emocional: la venganza inapropiada y la muerte de personas inocentes.
Se necesita práctica para aprender la diferencia entre la intromisión en los negocios que no son suyos (no recomendable —Tan peligroso resulta meterse en pleitos ajenos, como querer agarrar por la cola a un perro bravo. ver Proverbios 26:17—TLA) e hiriendo a un amigo (recomendable — Más te quiere tu amigo cuando te hiere que tu enemigo cuando te besa. Proverbios 27:6—TLA). Cuando alguien inteligente está a punto de hacer algo tonto, no temas a considerar entrar en la línea de fuego. Aún mejor, cuando usted ve una lucha que se avecina, pídale a Dios que le muestre una manera inteligente para acabar con ella.
La historia de Abigail se narra en 1 Samuel 25