Que los PIES te lleven por el camino más largo hacia la felicidad, que es Cristo, porque la felicidad en Cristo son solo puntos en el mapa de la vida, y el verdadero disfrute está en buscarlo.
Que los OJOS reconozcan la diferencia entre un colibrí y el vuelo que lo sostiene. Aunque se detenga seguirá siendo un colibrí, y es conveniente que sepas, para que no confundas el sol con la luz, ni el cielo con la voz que lo nombra.
Que las MANOS se tiendan generosas en el dar y agradecidas en el recibir, y que su gesto más frecuente sea la caricia para reconfortar a los que te rodean.
Que el OIDO sea tan fiel a la hora del reproche, como debe serlo a la hora del halago, para que puedas mantener el equilibrio en cualquier circunstancia.
Que las RODILLAS te sostengan con firmeza a la altura de tus sueños y se aflojen mansamente cuando llegue el tiempo de orar para luego descansar.
Que la ESPALDA sea tu mejor soporte y no la carga más pesada.
Que la BOCA refleje la sonrisa del amor de Dios que hay adentro de ti, para que sea una ventana del alma y no la vidriera de los dientes.
Que los DIENTES te sirvan para aprovechar mejor el alimento, y no para conseguir la tajada más grande en desmedro de los otros.
Que la LENGUA encuentre las palabras más exactas para expresarte sin que te malinterpreten.
Que las UÑAS crezcan lo suficiente para protegerte, sin lastimar a nadie.
Que la PIEL te sirva de puente y no de valla.
Que el PELO le de abrigo a tus ideas, que siempre adornan más que un buen peinado.
Que los BRAZOS sean la cuna de los abrazos y no camisa de fuerza para nadie.
Que el CORAZÓN toque su música con amor, para que tu vida sea un paso en este mundo y sigas hacia adelante.
SALMO 139:1-6 -23,24
1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos.
3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos.
4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
5 Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano.
6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender.
23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos;
24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
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