Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías y su mujer era Elisabeth. Ellos eran justos a los ojos de Dios y cuidadosos en obedecer todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor. No tenían hijos porque ella era estéril y los dos eran ya muy ancianos.
Mientras él estaba en el santuario, se le apareció un ángel del Señor y le dijo: ¡No tengas miedo! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabeth, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. Zacarías le dijo al ángel: —¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto? Ya soy muy anciano, y mi esposa también es de edad avanzada.
Entonces el ángel dijo: … ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia! Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo. Cuando nace el bebé, Dios le restaura el habla y usó un canto especial de alabanza para adorar al Señor.(Lucas 1)
La incredulidad es la dificultad para creer y es un gran obstáculo para la realización de lo que Dios tiene para nuestras vidas, y aunque haya evidencias que no se cumpliría, como la edad avanzada de ellos. A Zacarías lo llevó a quedar mudo mucho tiempo hasta el nacimiento de su hijo Juan. Sin embargo a pesar que no creyó el ángel le aseguró que sus palabras se cumplirían a su debido tiempo.
Si estas esperando que una promesa se cumpla solo CREE, APROPIATE Y AFERRATE hasta que se cumpla y cuando esto pase las primeras palabras sean especiales de agradecimiento, así como la del sacerdote: “Bendito el Señor Dios de Israel…” Lucas 1: 68
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