Se dice que las tres mayores decisiones que uno toma en la vida son: aceptar a Cristo como Salvador, decidir que estudiar y con quién casarse. Estas elecciones se toman sin la intervención de nadie, pues son opciones personales que uno debe escoger sin la imposición de nadie.
Dios nos da el libre albedrio no sólo para esas decisiones si no para todas las que tenemos que tomar a lo largo de nuestra vida.
Nuestro Padre siempre ha respetado cada decisión que hemos tomado y cada camino que escogimos. Pero a veces, nosotros queremos una respuesta audible de alguien que nos diga exactamente qué hacer, para que podamos excusarnos en eso si algo sale mal y no hacernos responsables para asumir las consecuencias.
Si bien Dios no tiene la intención de decidir por ti o imponerte su voluntad, sí te ofrece sabiduría y te da su Palabra, además de personas que pueden darte algunos consejos o sugerencias para ayudarte; pero al final en tus manos está la decisión.
El hombre sabio es fuerte, Y de pujante vigor el hombre docto.
Porque con ingenio harás la guerra, Y en multitud de consejeros está la victoria. Proverbios 24:5,6
Dejemos de buscar que otros tomen las decisiones por nosotros por temor a equivocarnos. Dios te dio la libertad a escoger porque tienes la suficiente capacidad para saber qué hacer, pídele tan sólo sabiduría para abrir bien los ojos y el entendimiento.
“Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie.” Santiago 1:5
Si quieres sabiduría, solamente tienes que pedírsela a Dios, la decisión es tuya. Si te manejas de acuerdo a Su voluntad verás que encontrarás la salida a tu indecisión y la seguridad de que tendrás la victoria.
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