Hace poco se realizó una campaña en las calles, que tenía como uno de sus fines el que las personas pudieran conocer una iglesia que recién se está levantando y en la cual podrían escuchar la palabra de Dios. Lastimosamente no pude colaborar como deseaba, debido a las ocupaciones que presentaba ese momento, pero grande fue mi sorpresa al ver a tantos adolescentes y jóvenes nuevos que ese día recibieron al Señor. Fue ahí que me di cuenta que me estaba perdiendo de lo más importante: ¡No estaba donde Dios quería que esté!
Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Mateo 9:36-37
Jesús salió a las calles a predicar la palabra de Dios y al ver a tanta gente necesitada tuvo compasión de ella, porque no tenían alguien que los guíe. Él menciona que hay mucho trabajo pero que lamentablemente los obreros son pocos.
Referente a esto en una ocasión observé un gráfico en el que personas, fuera de una iglesia, mostraban letreros que decían: “¡Cristianos afuera! ¡Cristianos afuera!” Al principio no lo entendí bien, hasta que finalmente leí la parte final que decía “Se necesita que los cristianos no estén encerrados en cuatro paredes, nosotros quisiéramos escucharlos”.
Existe una frase muy conocida: “ojos que no ven, corazón que no siente” Si nosotros como iglesia permanecemos encerrados en nuestras cuatro paredes, siguiendo sólo nuestra propia agenda, rutina, actividades, etc., continuaremos siendo insensibles a las necesidades de los de afuera, he ahí la necesidad urgente de salir. Es necesario primero ver para luego sentir. Jesús veía y en su corazón nacía compasión por los demás.
En las calles hay mucha gente necesitada como los encarcelados, huérfanos, pobres, enfermos, atribulados y la lista podría continuar. Sin embargo, son pocos los que entienden y hacen algo por ellos mientras que la mayoría de las personas están totalmente ocupadas en sus actividades.
Alguna vez te has preguntado ¿qué haría el Señor Jesús si estuviera en la tierra?, ¿estaría encerrado en cuatro paredes? Creo que sabemos la respuesta. No es malo estar ocupados en actividades dentro la iglesia, el error está en sólo preocuparnos por nosotros mismos y olvidarnos que los demás necesitan escuchar la buena noticia que un día también nosotros recibimos.
Si tú eres un discípulo de Jesús, hazte la siguiente pregunta: ¿A cuántas personas les hablé de Jesús? Querido amigo, si Jesús salía a las calles, nosotros también debemos seguir ese ejemplo.
—Shirley Chambi
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