Cuando esta noche te acuestes sobre tu cama, extiende tus extremidades al máximo, luego relájate por un momento y medita en el hecho de que tu cuerpo ha sido formidable y maravillosamente creado.
Cuando te detengas a pensar en todos los complejos detalles envueltos en el funcionamiento normal de tu cuerpo, una creación entre las innumerables especies y organismos del planeta, tendrás que llegar a la siguiente conclusión: El diseñador de esta obra, con certeza tenía un maravilloso plan.
Escucha el latido de tu corazón. Dobla los dedos de tus manos y de tus pies. Al hacerlo piensa que:
En toda la humanidad no hay otra persona con las mismas huellas dactilares, de las manos o los pies.
Ninguna otra persona tiene tu timbre de voz.
Nadie más tiene tu código genético, la posición exacta de los muchos genes que definen tus características físicas.
Además, ninguna otra persona posee con exactitud tu historia en materia de tiempo y espacio. Nadie ha ido donde tú has ido, hecho lo que tú has hecho, dicho lo que tú has dicho o creado lo que tú has creado. Eres en verdad, una obra maestra única.
El Señor conoce con precisión, cómo y por qué, fuiste creado. Si en tu vida algo anda mal, Él sabe como arreglarlo.
Cuando pecas o no cumples sus mandamientos, Él sabe cómo atraerte con lazos de amor y hacer que la peor de las tragedias y errores obren para tu bien, una vez que te hayas arrepentido.
Has sido creado con exclusividad para un propósito específico en esta tierra. Él tiene un diseño para tu vida y lleva implícita su propia estampa, su propia marca. Durante estas horas de la noche, toma la firme decisión de ser fiel a lo que el Señor desea que seas y hagas.
Salmos 139:14
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.
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