Un pobre joven no podía hacer nada, sin hogar y sin esperanza. Había perdido su trabajo y no tenía nadie para ayudarle. Deprimido y abatido, decidió suicidarse. Recogió todas las monedas que tenía con él y compró en una tienda una banana madura envuelta en un periódico viejo. Abrió el paquete y empezó a comer su última comida cuando un viejo mendigo se acercó a él. Con labios temblorosos, el mendigo le dijo que él no ha tenido nada que comer durante varios días y estaba demasiado débil para caminar. El joven sintió lástima y le dio la banana al mendigo. Él la comió con gran alegría y le dio las gracias. Al salir, el mendigo le dio una moneda muy antigua, diciendo: “Muchas gracias, usted me dio todo lo que tenía, Por favor acepte esta moneda como mi humilde regalo “.
Cuando el anciano se marchó, él descuidadamente miró el pedazo de papel usado para envolver la fruta. Allí vio un anuncio de una agencia que trabajaba con monedas antiguas. Cualquiera que tuviera monedas antiguas estaba invitado a visitar la agencia y recibir el precio adecuado por sus antiguas monedas en el acto. por simple curiosidad, llevó la moneda a la agencia, que estaba mas cerca de él. Él mostró la moneda regalada por el mendigo.
La persona que administra la agencia lo miró y exclamó con entusiasmo: "¡Qué sorpresa! Esta moneda es muy rara y tiene varios siglos de antigüedad. Vale la pena una fortuna!" Se le dio una fuerte suma de dinero como precio de la moneda rara. Saltando de alegría al recibir la cantidad inesperada de dinero, buscó en todas partes para encontrar al anciano que le había regaló la moneda. Él quería compartir su alegría y el dinero con el mendigo. Pero no pudo encontrar el mendigo en ninguna parte. En el camino el vio a una iglesia. Entró en ella y dio las gracias Dios por su generoso regalo. Él comenzó una nueva vida con renovada esperanza y entusiasmo.
¡La bondad siempre regresa al que la dio! William Wordsworth (7 abril 1770 a 23 abril 1850) escribió: “La mejor parte de una buena vida son los pequeños actos, que sin nombre, son recordados con bondad y amor.”
La cosa más grande que un hombre puede hacer para agradar a nuestro Padre celestial es ser amable con sus hijos.
Jesús enseñó en Mateo 25:35-40,
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
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