EL DOLOR DE UN JARDINERO

Un jardinero amaba apasionadamente cada planta y flor en el jardín que el cuidaba. El dueño del jardín quedó profundamente impresionado por la sinceridad y la dedicación del jardinero. Cada noche, el jardinero se detenía para acariciar las flores como gesto de amor antes de dejar el jardín después de terminar su trabajo. Una mañana, cuando regresaba al jardín, se encontró que la mejor flor había desaparecido. Había sido arrancada y llevada por alguien. el jardinero estaba muy triste y enojado. Él gritó en voz alta: "¿Quién ha arrancado mi mejor flor? ¿Quien a sido la persona tan cruel?"

En respuesta, oyó una suave voz desde un rincón del jardín, "Yo la arranqué. La necesitaba."
Era la voz del dueño del jardín.

El mundo es como un jardín y cada persona es como una flor preciosa. Pero Dios, el dueño del jardín, tiene el derecho de arrancar las flores de su elección. Eso es lo que sucede cuando nuestros seres queridos mueren. La muerte es un momento de dolor por todas las personas cercanas a la persona fallecida. En el dolor podemos llorar como el jardinero y quejarse a Dios por qué se ha llevado a nuestros seres queridos lejos de nosotros. Pero nosotros creemos que uno muere cuando es llamado por Dios a Su morada. A menudo, las mejores flores son arrancadas antes.

y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Eclesiastés 12:7

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 2 Corintios 5:1